Un respiro al planeta: Circular Pet fabrica comida de mascotas a partir de harina de insecto

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PAÍS CIRCULAR | PROTEÍNA HIPOALERGÉNICA | ALIMENTO PERRO

Entre sus variados proyectos de economía circular, la oficina de ingeniería y diseño Periférico creó un alimento sustentable para perros y gatos a partir de una proteína presente en la larva de la mosca soldado negro que reemplaza la proteína de la carne. Con la conversión de este insecto lograron llegar un producto final de alto valor nutricional pronto a lanzarse en el mercado y, además, con una reducida huella ambiental, pues evita el excesivo consumo de tierra, agua y carbono que concentra la industria cárnica.

Ya instalados en el FabLab de la Universidad de Chile, los integrantes de periferi.co, oficina de diseño e ingeniería de soluciones en economía circular fundada en marzo de 2020, quedaron boquiabiertos al enterarse del impacto ambiental que generaba la comida para mascotas. En tanto hacían análisis de ciclo de vida de los productos, los profesionales detectaron que la mayor huella ecológica de este producto radicaba en la etapa de fabricación.

“En esa fase del ciclo de vida la proteína animal tenía un gran impacto en gases de efecto invernadero, y uso de tierra y agua. Es más, vimos un estudio en la Universidad de California que decía que si las mascotas se organizaran en un país independiente, sería el quinto más contaminante del mundo”, revela León Quesney, diseñador industrial y uno de los socios de Periférico junto a los ingenieros comerciales Nicolás Calvo y Cristián Peirano.

Tras constatar que los gatos y perros estaban generando impacto a través de la producción indiscriminada de carne, los tres fundadores del proyecto tomaron cartas en el asunto. Paralelamente supieron que, al menos en Estados Unidos, perros y gatos ingieren un 25% del total de las calorías procedentes de la industria cárnica, resultando en la producción de 64 millones de toneladas de dióxido de carbono al año. De manera que, inscritos en periferi.co, pensaron cuál sería la mejor fórmula para abordar este problema.

De un sinnúmero de averiguaciones, por aquí y por allá, notaron que la larva de la mosca soldado negro solía utilizarse mucho en la industria salmonera para reemplazar el empleo de antibióticos que contaminan el mar. Cayeron en cuenta que esta harina de insectos resultante, que contiene una proteína de alto valor nutricional, podía también ser utilizada como materia prima para fabricar comida de animales. Así nació Circular Pet.

“Esta larva de la mosca soldado negro es muy eficiente en la conversión de residuos orgánicos. Nosotros le compramos la harina de insecto a un proveedor, y con ello logramos compensar carbono”, agrega Quesney. Su compañero Nicolás Calvo complementa que así “nos estamos desprendiendo de la industria cárnica y compensando carbono ya que la proteína de insecto se hace a partir de residuos orgánicos. Éstos no se van a rellenos y no emiten metano”.

 

Tras seis meses de rigurosa investigación, periferi.co llegó a una fórmula final de Circular Pet: un pellet similar a cualquier comida que se ofrece a una mascota, pero hecho a partir de harina de insectos producida en nuestro país. En el proyecto, y en todos los demás, siguen contando con el FabLab de la U. de Chile como aliado estratégico. No conforme con ello, los tres integrantes del estudio trabajan con un  equipo interdisciplinario para estudiar todas las artistas de sus proyectos circulares. En el caso de Circular Pet, por ejemplo, cuentan con la función relevante de un formulador químico que se encarga de fabricar en sí el producto final, cuyo ingrediente más importante es precisamente la proteína.

Lo importante para los investigadores es que este producto tiene un enorme potencial por cuanto la población de mascotas sigue in crescendo. Y crecería de forma sustentable, porque -dicen ellos- el pellet que se suele usar para alimento animal está conformado esencialmente por restos de pollo y vaca que se muelen. “La diferencia es que la harina de insectos tiene un impacto mucho menor que la industria de la carne”, aclara Nicolás Calvo.

El trío fue bastante majadero en respetar los principios de sustentabilidad que regían a Circular Pet. Una vez, cuenta Calvo, les propusieron agregar una capa de hígado de vaca a la comida para mejorar el sabor. Pero ellos se negaron rotundamente. “Queríamos que el producto no tuviera nada de la industria cárnica”, añade el ingeniero comercial. Y el otro descubrimiento, aun más alentador, es que a los perros les gustaba el olor de la comida hecha de harina de insecto. “Nosotros decíamos que si el perro no se comía la comida, nuestro proyecto iba a ser un fracaso. Pero a los perros les atraía el sabor y el olor de la larva sin el recubrimiento de hígado”, continúa Calvo.

Puesto que también les interesaba cubrir todo el ciclo de vida del producto, Periferi.co eliminó el plástico de un solo uso, envasando la comida sustentable en el packaging ganador del premio a la innovación del año 2020 desarrollado por CMPC, además de diseñar un sistema de logística optimizada apoyados por recursos de Corfo.

“Este packaging 100 por ciento de papel nos permite imitar los procesos de la naturaleza. El paquete es como una cáscara que se reintegra al ciclo; las larvas comen este alimento y lo vuelven a transformar en nutrientes”, comenta León Quesney

 

Los otros proyectos: una alga invasora convertida en biocemento

Circular Pet es el proyecto más concreto de periferi.co y está a un tris de ser lanzado al mercado. Sin embargo, hay otros proyectos de inspiración circular que están en fase de desarrollo y, tanto como la comida de mascotas, pretenden revolucionar la industria.

Uno de ellos es la cerveza Durä Beer, que fabricarán a partir de residuos de pan, el simple pan duro. “En el fondo la idea es trabajar con panaderías y con el residuo del pan como materia prima, y que ésta reemplace un porcentaje de la cebada para hacer cerveza”, cuenta Quesney acerca de la “primera cerveza artesanal circular” del país. Están levantando capital privado para hacer escalar el proyecto.

El segundo, aun más ambicioso y disruptivo, tiene que ver con el alga Didymo, que desde 2008 ha infectado más de 47 cuencas a nivel nacional, principalmente desde el Biobío hasta Aysén, pasando por los ríos Puelo y Futaleufú. Quesney, Calvo y Peirano pretenden fabricar biomateriales a partir de esta planta que es considerada una plaga. Biocemento, por ejemplo. Le llamarán Didymolab.

“El Didymo es peor que el coronavirus”, dice Quesney, medio en broma, medio en serio. “Nos dimos cuenta que el 70 por ciento de esta alga tiene sílice, con lo cual podemos hacer biocemento. Estamos en proceso de adjudicación de un Fondart para hacer toda esa investigación del material. Actualmente, por ejemplo, las localidades aledañas al río Puelo dependen del turismo. Tienen una economía de subsistencia: lo que juntan en el verano, lo mantienen el invierno. Si inventáramos actividades de limpieza del río, podríamos darle valor a esta materia prima que hoy es una plaga, que de alguna manera las comunidades del Puelo valoricen el Didymo. Estamos en un nodo de fabricación digital para eso. Queremos hacer artesanía digital”, narra León Quesney.

El único obstáculo, sin embargo, pasa por el riesgo de caer en el incentivo de la extracción de esta alga. “Al tener esta alga denominación de plaga, no puedes generar incentivos perversos para promover el cultivo del Didymo. A nivel local hay que saber manejar el tema”, advierte el emprendedor.

 

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